El Blitzkrieg (o "guerra relámpago")


Aunque no es lo que se desea en Venezuela, pese a los intentos diplomáticos, ya el engaño, narcotráfico, robo de bienes y recursos de la nación están impulsando a aprobar una fugaz entrada por salida con blancos bien claros. Porque las muertes que están creando con su presencia, ya dan algo de razón al uso de la fuerza extranjera más la leal venezolana para erradicar a los asesinos. Tememos parecer a Panamá, pero las circunstancias algo tienen.

Como hay muchos métodos y ésta es la “última opción sobre la mesa”, les damos un poco de historia.

Nacida para el mundo de manos germanas antes de la Segunda Guerra Mundial y aplicada exitosamente en las primeras campañas de esta, la “guerra relámpago” (blitzkrieg en la denominación original en alemán) sentó las bases de lo que es el moderno combate móvil.

La blitzkrieg consiste en un ataque rápido y concentrado por parte de fuerzas coordinadas de diversas armas (principalmente ejército de tierra y del aire), provocando puntos de penetración que favorecen la entrada de tropas, principalmente medios blindados, para atacar detrás de la línea de frente.

Esta teoría de combate es imposible de concebir sin los progresos en el material militar acaecidos durante la Primera Guerra Mundial y el periodo de entreguerras, como el tanque y los aviones, que se perfeccionaron hasta la Segunda Guerra Mundial.

El primer ejército en probar en propia carne el efecto de la guerra relámpago fue el polaco a partir del 1 de septiembre de 1939, con efectos devastadores. A este siguieron los ejércitos aliados del oeste de Europa: el holandés, el belga, el francés y las unidades británicas estacionadas en Francia.
La principal dificultad a superar por parte de quien ejecuta la blitzkrieg es la coordinación entre unidades.

Es para ello que la radio (o un dispositivo análogo que permita intercambiar información, aunque la tecnología de los años 40 y la actual han variado poco, máximo en la seguridad de la señal y el alcance de los dispositivos) se hace indispensable, y por ello los aviones y tanques germanos la incluían.

Esto distaba de ser así en los ejércitos que se enfrentaron a este, por lo menos al principio de la guerra. Por ejemplo, en las columnas blindadas del ejército rojo, solo el tanque del comandante de cada unidad había radio, y desde este se daban las señales a los demás para atacar.

Esto hizo obvio un estratagema que los soldados alemanes siguieron en su invasión a la URSS: destruir el tanque de mando en el primer ataque. Después de esto, los demás quedaban aturdidos y sin saber muy bien que hacer, ya que padecían grandes dificultades para recibir órdenes.

Como en la época, la información se enviaba todavía por canales lentos y no había métodos -como computadoras- para analizarla rápidamente, se encontró una solución simple pero brillante: dotar a los mandos sobre el terreno de mayor autonomía.

Tradicionalmente, los mandos intermedios que actuaban sobre el terreno, debían acatar órdenes estrictas, y así estaban entrenados para hacerlo.

El ejército alemán preparó a sus oficiales acorde con la nueva táctica para que tuvieran iniciativa y supieran explotarla sobre el terreno. Así, se les daban unas directrices básicas y unos objetivos, y el resto corría de su cuenta, debiendo informar de los progresos y los problemas que se fueran encontrando a lo largo de su progresión.

Esto simplificaba la acción de los mandos y no paralizaba a las tropas sobre el terreno, permitiéndoles continuar sin descanso.

Obviamente, y por la posibilidad de caer en la anarquía, requería de mandos altamente entrenados, calificados y sensatos. Y si bien Alemania los tenía, los nazis más fanatizados que fueron ascendiendo complicaron las actividades bélicas, más que ayudar a gestionarlas correctamente.

Otro escollo que debe superar la guerra relámpago es el de la velocidad, que debe ser alta para facilitar la ruptura del frente enemigo.

Esto se consigue mecanizando a la infantería de apoyo, que puede ser así llevada de forma rápida y eficaz al frente para asistir a los blindados, los cuales es imprudente que avancen sin protección.

Se centra todo el esfuerzo del ataque en un punto, del que se espera conseguir la ruptura del frente y, una vez hecho esto, las unidades blindadas y mecanizadas se lanzan a través del hueco para operar en la retaguardia.

La entrada masiva de tropas en la retaguardia enemiga, hace que cunda el pánico entre sus tropas, además de la desorganización, puesto que los planes de contención o de ataque de este se convierten en papel mojado, debiendo improvisar una solución para contener la avalancha blindada que se les viene encima.

Las defensas fijas tampoco son muy útiles contra estos ataques, pese a que los mismos alemanes (debido a la locura de Hitler) cayeron en la tentación de construirlas para intentar resistir a un enemigo que había aprendido de la blitzkrieg y se la había hecho suya.

A finales de los 30, los altos mandos de los ejércitos europeos todavía pensaban en clave de un escenario en el que predominaba la infantería, y en el que el arma blindada, secundaria, solo existía para dar cobertura a esta, cosa que diluía su acción y eficiencia, y entorpecía el avance al estar restringido al de la infantería.

Voces como la de De Gaulle, que apostaba por utilizar los blindados de forma masiva, no eran escuchadas... excepto en Alemania, donde el alto mando escuchó con interés las posturas de Guderian, el gran teórico germano en materia de tanques (y autor del famoso libroAchtung-Panzer! sobre la materia).

No obstante, sería injusto dar todo el mérito de la blitzkrieg al genio militar alemán que, no obstante, la pulió y acabó de definir sus formas.

Las militares germanos contaron con influencias como la de De Gaulle, veterano de la Primera Guerra Mundial, y que después del conflicto se especializaría en tanques, así como las teorías del ruso Mijaíl Tujachevski, que se utilizaron con éxito contra los japoneses en Khalkhin Gol.

Las actuales tácticas militares le deben mucho a la guerra relámpago alemana de finales de la década de los 30.

Actualmente, las fuerzas acorazadas y la infantería mecanizada son la espina dorsal de cualquier ejército, y la superioridad aérea que pregonaba la blitzkrieg para poder proteger a las propias tropas y bombardear a las enemigas siguiendo el progreso de los tanques, un objetivo a conseguir.

Las fuerzas modernas también están altamente coordinadas entre armas, más que nunca, las posiciones de defensa fijas prácticamente han desaparecido, y la alta movilidad para golpear rápido y profundizar en el ataque, son esenciales.

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