No, no voy a tocar el tema de la fatiga como síntoma directo del coronavirus, aunque es evidente que el mismo la crea ante el embate de síntomas producidos por el Sars 2 y las patologías propias de cada paciente.
Me quiero referir a la fatiga que nos ha creado el
temor a la enfermedad, el respeto a la misma, el dolor por la pérdida de seres
queridos y toda vida humana de bien en cualquier país del mundo, el cansancio
de la espera por una vacuna contra el
coronavirus.
Y además, el cansancio de ver a miles de personas
utilizar mal las mascarillas o de plano no utilizarlas. De los que protestan
por su uso. De quienes especulan al venderlas. De los que hacen publicidad mal
sana con o en las mismas. Porque su intransigencia y beligerancia son parte del
efecto dominó que nos sigue
atacando.
Hago mención de ese cansancio de las historias que se
nos acaban, las revistas y libros que ya leímos o los que no podemos pagar; las
películas por TV Cable como Hombres de
Negro, Jumanji, Hotel Transylvania que si bien no son malas, ya cansan de
sus transmisiones repetitivas que restan valor al ya muy alto costo que nos
hacen pagar las operadoras de cable en
Venezuela.
Me refiero a la fatiga de caminar de la casa al trabajo
y viceversa o hacer largas filas d espera por el transporte público, ligando
que no se quede varado, no llueva, consigamos puesto sentados o de pie y que no
nos asalten o peor, que nadie nos enferme porque el distanciamiento social y las normas sanitarias no aplican allí,
sólo son volantes y peticiones gubernamentales que pocos parecen entender.
El descanso progresivo contra la fatiga
Para la fatiga el descanso es primordial. Pero no es precisamente a tener los síntomas de ella para actuar, más bien irla “sabaneando” es lo mejor y así nuestro cuerpo se acopla.
Un ejemplo que me inspiró este post
es el de las enfermeras. Ellas están casi todas sus guardias activas, de pie,
yendo de allá para acá. Ellas han modernizado integralmente sus uniformes con
shorts cómodos para cubrir su ropa íntima, ropa blanca fresca y sandalias o zuecos crocs como calzado ideal porque
en este reposan sus pies y piernas de manera ergonómica, se ventilan y riman
con sus prendas. Eso les mantiene armoniosas y constantes además de su pasión
por ayudar al prójimo.
Así que utilizar la ropa adecuada sin perder la elegancia
y practicidad, nos podrán colaborar en la lucha contra la fatiga. Recuerde,
usted no es Gokú de Dragon Ball que
entrenaba con un traje pesado. Ya las responsabilidades pesan para que usted le
agregue más. Eso sí, tenga clase y haga del vestir sencillo algo de muy buen
gusto.
Otro método es el de no acumular trabajo, más bien
apenas vaya llegando irlo haciendo. ¿Por qué?, estás creando más tiempo para
descansar sin tener ese agobio mental
de que luego de la pausa tendrás que retomar todo lo que dejaste acumular. Ello
se debe amoldar a su estilo de trabajo, por ejemplo receptor de paquetes, muestras,
clasificar mercancías, atender clientes, etc.
Reiniciarse
En Japón es obligatorio que las personas tomen un
descanso de por lo menos 20 minutos. Para los niños, siestas de 45 minutos. Ello
les ayuda a reiniciarse y entrar con bríos a una segunda etapa del día. Ha demostrado
ser efectivo contra la fatiga y sí no me cree, vea la productividad, tesón e
ideas de los japoneses. Eso sólo lo logran las mentes bien despiertas.
En nuestros trabajos sólo se da una hora para comer y
reposar. Esa limitación y las condiciones para comer le hacen estresante y más
con los horarios impulsados por el coronavirus que acortan y trastocan el
desenvolvimiento. Para reducir dicha fatiga hay que buscar su propio rincón
personal, comer con calma y cerrar los ojos sentados al menos 10 minutos,
instando a un estado alfa de relajación
que ayude a acumular menos stress para la otra parte del día.
Por ende, cuando regresemos al hogar debemos buscar un
reinicio mayor. Ese reinicio debe incluir familia, mascotas, amistades,
vecinos. Un poco de sí para cada uno, variar, tocar otros temas y mientras
menos estresantes sean, mejor. No es que quieran ser indolentes, es que
necesitan sacar al cuerpo, mente y alma del stress cotidiano.
Las 8 horas
La fatiga ocurre también porque no sabemos equilibrarnos
y más ahora que hay más tiempo libre pero parece que ya no sabemos qué hacer
con él y lo ocupamos en ver las carencias, errores ajenos, fallas nacionales,
dolores y temores y pocos nos ocupamos de reconstruirnos.
Creo firmemente que lo de la técnica de las 8 horas es una manera de organizarnos hasta para
improvisar, conociendo bien su distribución. Según esta dinámica, el día se
divide en tres tercios de 8 horas que se
usan así:
-
8
horas para trabajar.
-
8
horas para convivir.
-
8
horas para dormir.
Entre el transportarnos de ida y vuelta al trabajo y
comer y llegar a casa a hacer oficios, se nos va el tiempo de convivir. Y agarramos
parte del de dormir para compensarlo. O escapes en el tiempo laboral según se
pueda.
Con algo de organización escrita y bien practicada,
podríamos comenzar a hacer realidad esa dinámica que es más teórica o de niños
y adolescentes que de adultos laborando. Pero aliviaría nuestra fatiga y nos
harían más proactivos y con pensamientos menos lúgubres ni letargos en nuestras
actividades.
Esa es otra forma de combatir al coronavirus: no dejar que nos agarre cansados, porque
entre él y los aprovechadores, nos pueden quitar todo al vernos así.