¿Un
motivo para hacer algo malo a cualquier nivel?, pues, ¡La falsa sensación de
seguridad!, esa que nace de no haber sido descubiertos en una ocasión y volver
a repetir, confiados en su supuesta suerte, olvidando que todo se descubre.
Y
no es sino hasta que deben enfrentar a la ley y/o a los seres amados o colegas
y/o patronos, cuando sucumben ante la realidad y se preguntan incesantemente y
de manera flagelante, ¿Por qué yo?, ¿Por qué lo hice?, deseando a l vez volver atrás
en el tiempo, cosa que es imposible.
Y
esto sin contar que la maraña de mentiras que entretejieron para sustentar a la
primera mentira, el primero robo, la primera omisión y subsecuentes, sea caerá
y ni ellos mismos podrán mantenerla, aunque sean mitómanos natos.
Todo se descubre
Un
buen policía investigador, un buen militar, refiriéndonos a bueno en su vocación
y rol, incluso cuando ha de jugar al policía malo, puede llegar a sacar
confesiones a los malos, así como incomodar a los buenos.
Las
dudas son riesgosas y la manera de mantenerlas
raya es evitando caer en tentaciones. Incluso para las personas
honestas, que en ocasiones vuelven la mirada o hacen alguna picardía menor,
como comerse algo de la nevera, pasar una calle sin que sea la luz del semáforo
debida y cosas así que pueden desencadenar molestias menores pero bastante
incisivas.
Y
esas dudas sólo se borran cuando las personas andan día a día atados a la
rutina de la disciplina, que no anteponen sus “necesidades” (llámese aquellas
que son impuestas, como moda y/o tecnología) y que saben que la cruda verdad es
menos molesta que una suave mentira.
Todo
se descubre, y las series tipo CSI o
NCIS e incluso las de temas hospitalarios, lo demuestran.
Creer
que porque en Venezuela no hay la tecnología de otros países y, en ocasiones la
mística es baja (véase la tasa de agentes apresados cometiendo delitos, incluso
a sabiendas de que todo se descubre), son pues excusas pueriles para “hacerse
los motolitos” y meter mano para ganarse unos churupitos extras (cosa que
confunden con el clásico y muy necesario matar
tigres).
Siempre
resulta en su contra y además, arrastra a los inocentes, ya sea al escarnio
público, al pago de abogados, peritos, médicos, transporte, alimentación en
cárceles, gastos judiciales y hasta funerarios.
¿Quién
puede decir que quiere a su familia y la somete al dolor y la humillación de
pasar por un proceso judicial?
La
única forma de pasar por ello con el alma aún mantenida por las muletas de la
moral y luces, es que sea una persona injustamente presa (detesto eso de
privado de libertad, porque no reivindica al inocente apresado y le da un falso
honor al apresado justamente).
Enséñenles a sus hijos y recuérdenlo ustedes
Las
tentaciones siempre están vigentes. No caer en ella debería estar por igual.
El
supuesto dinero que haces falseando, mintiendo, forjando documentos, excusándote
en aquella sofisma de “de eso no se van a dar cuenta”, pues es básicamente lo
que sustenta las páginas rojas de los diarios, de los que saben que son
delincuentes reales.
El
que dice que por bueno no va a caer, es merecedor de caer. Quien comete un
delito y trata de tapar todo, será perseguido por los últimos hilos de
conciencia que le fustigarán día y noche y lo carcomerán por dentro.
Esto,
porque no son caraduras como los políticos, militares, banqueros, empresarios,
profesionales en diversas áreas y los que por psicópatas o sociópatas o aquellos
excusándose de que el entorno los obligó, endurecen el rostro para mentir.
Quienes
han sido buenos en el gran peso de su vida, jamás deben querer probar el
contrapeso del mal, porque todo se les va a caer y además, van a desestabilizar
a los buenos que posaron su confianza en su ser.
De
eso nadie se escapa, se paga acá, allá, donde sea. Todo se descubre y trae
consecuencias. Sí crees que vas a salir limpio, estás equivocado.
Es
mejor ser un tonto pobre, pero bueno y sin tener que responder ante la ley, que
un bobo con dinero efímero que va a tener que pagar antes las leyes humanas y
divinas.
Enseñen
eso a sus hijos y ténganlo presente. Y denuncien a quien quiera hacer daño, incluso
cuando exista un vínculo. Porque, aunque duela, es la única forma de salvarle.
No
decaiga. Y cuando necesite, rebúsquese de las maneras más prácticas, visibles,
legales y nobles; verá que el problema se hace menor y el futuro de usted y los
suyos, jamás se ve ennegrecido por amenazas legales.